sábado, 2 de agosto de 2008

Land-Art














A lo largo de los últimos siglos el arte ha acogido en su amplio seno corrientes de todo tipo. Muchas de esas corrientes han resultado plenas de creatividad y otras han caído en la mera anécdota, más valiosas por la propuesta en sí que por los resultados. Quizá cada comienzo lleve a muchos artistas (un término que ha perdido su significado) a replantearse formas y modos de representación. Se están produciendo unas modificaciones muy profundas en los viejos canales del arte con experiencias estéticas no artísticas producidas por la nueva comunicación que contrastan con las ya tradicionales de la publicidad y los medios de comunicación de masas. La idea de la contaminación y mezcla entre las referencias tradicionales y las propuestas innovadoras definirá en lo sucesivo la frontera de la nueva sensibilidad.














Esta serie de experiencias no artísticas en el sentido tradicional, se está convirtiéndo en fundamentales para ese ojo inconsciente que plantea Rosalind Kraus ante la duda que aun nos planteamos de si Picasso fue un moderno Midas que transformó los desechos de la vida cotidiana en el collage cubista, o un monstruo falsificador que tomó por asalto los estilos ajenos. Kraus plantea la propia cultura moderna como un salón de espejos, en el cual lo falso y lo auténtico son aspectos de una misma condición. En una lectura paralela de las tendencias literarias, musicales y pictóricas de la década anterior a la Primera Guerra Mundial, Krauss se acerca con una extraordinaria lucidez a la etapa del collage de Picasso y sitúa esta técnica en un espacio donde el signo escapa a su condición icónica de semblante para emprender el juego de la significación, abierta a lo simbólico. La autora interpreta la integración y apropiación de otros estilos como sublimación del propio cubismo como un retorno depurado a lo real que permite a Picasso elaborar su propia forma de practicar lo prohibido.















Llegamos así al land-art, una corriente que no es tal y no tiene seguidores destacados. Quizás siempre se hable de Walter de Maria como acuñador del término, pero poco más. De hecho la idea del land-Art es dejar una huella caduca en la propia naturaleza, algo que se pierde al caer en el revelado fotográfico, uno de las perversiones del hábitat de la propia naturaleza. Y digo caduca porque es la propia naturaleza la que se encarga de finiquitar la supuesta obra. No vamos a entrar en la polémica del calificativo de obra de arte para lo que hacen los integrantes de land-art, si bien existen instalaciones hermosas para ver, aún cuando se presenten desde esa región artificial que es la fotografía, un lugar para el que no ha sido llamadas ni pensadas aunque sea uno de sus mejores exponentes. La forma resultante no era apropiable, no se podía manipular y acababa siendo efímera. De ahí que estas obras se fotografiasen, en prueba de su realización de la obra. Otras veces, se recogía la experiencia artística en planos, bocetos o grabaciones audiovisuales. Lo que se mostraba al público en exposiciones y galerías era ese rastro visual del land-art, ante el cual el espectador debía reconstruir mentalmente lo ocurrido en la instalación.




















Es pues aquí el paisaje el verdadero material con intervenciones que eventualmente emplean componentes básicos (madera, tierra, piedras, arena, rocas, etc.). Generalmente, las obras son exteriores y por tanto sometidas a la erosión natural. Esto produce un efecto determinante en su vigencia física de modo que algunas han desparecido y sólo subsiste de ellas el testimonio fotográfico. Las primeras instalaciones de land-art se realizaron en los paisajes desérticos del Oeste americano a partir de 1965 con la intención de alterar el paisaje inicial que se toma como marco dentro de unas determinadas coordenadas artísticas para producir una serie de efectos o sensaciones en el observador. Para ello se utilizan elementos del paisaje visual como son el color, la textura o las líneas con el fin de producir emociones plásticas en el espectador, que se enfrenta así a un paisaje determinado. El arte se genera a partir de un lugar produciendo extraños cruces entre escultura y arquitectura, formas híbridas entre escultura y arquitectura del paisaje. El artista interviene la estructura del paisaje modificándola levemente, ya sea desde una postura de contraste o bien mimética, adicionando o significando elementos y utilizando para tal fin los elementos disponibles en el entorno que incluyen la propia luz como material de trabajo.


















Se pretende así reflejar la relación entre el hombre y la tierra, el medio ambiente y el mundo, haciendo alusión incluso al deterioro ambiental del clima que existe hoy en día, un paisaje que juega un papel cada vez más determinante en el espacio público contemporáneo. En realidad, el land-art puede considerarse como un nuevo comportamiento artístico, alejado de los modos tradicionales, como otros que surgieron en los años sesenta y setenta en respuesta a la comercialización del objeto artístico tradicional en cuadros y esculturas. El paisaje es parte fundamental de la obra e que indica muchas veces el que hacer. El arquitecto dialoga primero con el entorno y posteriormente la obra proseguirá este diálogo. Así podrá surgir esta transformación que permite esta experiencia artística, recuperando valores ancestrales y comunicando ideas, pensamientos y sensaciones.



















Para intervenir a esta escala en la cual el hombre pueda apropiarse del territorio, es importante que el arquitecto entienda el lugar en el cual va a trabajar desde una perspectiva general, dejando una marca o huella del hombre con los elementos a la escala de este, determinando el paisaje a su medida; es ahí donde se percibe la cercanía con la arquitectura y el paisaje. Existe una relación estrecha entre la arquitectura de espacios públicos y el land-Art. Al igual que el arte de paisaje, la arquitectura de espacios públicos debe ser concebida para el hombre como espectador y expectante, provocando y generando situaciones que alteran la postura del hombre frente al paisaje y la naturaleza mediante la percepción de sensaciones.

Exponentes del land-art

1. Empleo de materiales naturales:














- Tierra (Robert Smithson, Michael Heizer)
- Madera (Nils Udo, Gary Rieveschl)
- Piedra (Richard Long, Carl Vetter, Alan Sanfist)

2. Artificio y contraste:














- Telas (Christo)
- Pararrayos (Walter de Maria)
- Aparatos y móviles en los que intervienen las fuerzas naturales tales como el fuego, el agua o el aire (Susumu Shingu, Walter de Maria)

3. Redescubrimiento y puesta en escena del orden cósmico:
















- Orientaciones solsticios y equinoccios (Robert Morris, Nancy Holt)
- Viento: (Douglas Hollis)
- Fuego, luz y reflejos (Susumu Shingu)
- Agua: corrientes y restos aluviales (Eberhard Eckerle, Dominique Arel)

4. Tiempo y arte:














- La descomposición, el ciclo vital (Jochen Duckwitz, Andrew Leicester)
- Reciclaje (Gary Rieveschl)

5. El paseo como arte:

















- El movimiento (Richard Long, Hamish Fulton)

[1] La editorial Tecnos dentro del sello Metrópolis (Grupo Anaya) ha publicado El inconsciente óptico, de Rosalind Kraus; Las moralidades posmodernas, de Lyotard, y Control remoto, de Bárbara Kruger


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