viernes, 30 de enero de 2009

Urbino sin los Duques...




















Durante el siglo XV, destacó una pequeña población situada en la zona centro-oriental de la península italiana denominada Urbino. La ciudad de Urbino brilló como pocas durante este periodo y fundamentalmente debido a un personaje excepcional: el duque Federico de Montefeltro. De acuerdo con los principios del buen gobernante tan en boga en aquella época, Federico lideró el poder en Urbino con mano férrea y, a la vez, con extraordinaria sensibilidad. Encarna todas las características del hombre renacentista: valiente guerrero, gobernante justo y refinado caballero. Su pasión por el arte le hizo rodearse de los artistas más destacados del momento. Federico fue un bravo y valiente guerrero que no sólo mandaba a sus soldados sino que entraba personalmente en combate con gran arrojo.




















En sus retratos, el duque de Urbino está representado de perfil pues en una batalla perdió un ojo y una parte de la nariz, haciéndose representar a partir de entonces siempre de perfil. El retrato de Piero de la Francesca está tomado con un punto de vista muy alto por lo que contemplamos un horizonte lejano y un paisaje dilatado. La profundidad resulta evidente debido al difuminado progresivo de las montañas en la distancia. Es muy efectista el fulgurante rojo del atuendo de Federico tanto en el tocado como en el vestido, asi como el suave tratamiento de las zonas iluminadas y las que permanecen en sombra. La mujer de Federico, Battista Sforza, está representada igualmente de perfil y simétricamente, para formar el conocido díptico.




















En la década de los años sesenta y setenta del s.XV, Piero Della Francesca va a establecer una estrecha relación con los duques de Urbino para quienes realizará estos dos magníficos retratos junto con otro buen número de obras; hacia finales de 1470 debido a una enfermedad ocular abandona la pintura, pasando a dedicarse hasta su muerte en 1492, a recopilar por escrito sus conocimientos acerca de la perspectiva y las matemáticas.




















En estos retratos el paisaje toma un carácter de fondo que sin embargo, el pintor representa minuciosamente. Los retoques permiten reconstruir dos “apócrifos” de Piero de la Francesca en un momento en el que el género paisajístico aun no había tomado carta de naturaleza nominal en el campo de la pintura (y por los cuales el pintor no hubiera recibido un sólo céntimo en el caso de que hubiera podido pintarlos). No obstante, la composición sigue funcionado. Posiblemente se trate de paisajes imaginados o anónimos, en los que el pintor utilizaría algunos elementos familiares o comunes a la arquitectura del paisaje de Urbino, fantaseándolos de modo que sirvieran como marco a las figuras que retrata.
















miércoles, 28 de enero de 2009

Aprendiendo de Saint-Emilion...















La definición de paisaje depende tanto de la arquitectura como del medio en sí mismo: el paisaje constituiría más que un objeto en sí solamente una forma de ver, de modo que la arquitectura y el propio paisaje resultan un todo indisoluble. Se ha visto que la arquitectura es algo que está ligado al territorio, de modo que el territorio, en tanto que está organizado por el hombre, ya puede constituir un embrión de arquitectura; el paisaje necesita de un espectador al constituirse en espectáculo de la fruición y solamente se accede a la condición de los paisajes mediante la presencia del hombre que es quien determina precisamente su condición.














Frente a esta perspectiva antropocéntrica cabe plantear que existen paisajes en los cuales el hombre carece de papel alguno, como las enormes extensiones desérticas de la Patagonia o los paisajes volcánicos de Islandia. Esto es así y sin embargo solamente los podemos recordar en su condición de accesibilidad; solamente su referencia- el hecho de nombrarlos – ya nos remite a algo conocido. Aunque esos paisajes no se conozcan – yo jamás conocí la Patagonia – me remito a algún explorador, geógrafo, dibujante, cineasta o fantaseador que haya establecido previamente esa condición de paisaje para el espectador.




















De este modo, la visión de esos paisajes mostrará en mayor o menor medida la intervención del hombre más o menos determinada, que aun siendo intangible, como un vuelo en avión por encima través de la selva, demostrará el hecho evidente de poder volar y divisarla y, en consecuencia, establecer esa determinada visión del territorio. Incluso es posible que, en algunos casos que ese medio sea el único posible para esa visión del paisaje ya que existen zonas de selva absolutamente inaccesibles en condiciones normales y de las cuales solamente disponemos de su visión aérea, por lo cual la idea que tenemos de su interior es exclusivamente imaginaria. La visión del paisaje se constituye de ese modo en una obra acabada, de modo que solamente se puede acercar a su contemplación, o quizá a su análisis, pero siempre permaneciendo a una distancia sensible que dispone al espectador al margen del objeto.





















La arquitectura tomará un papel preponderante en algunos casos, particularmente en los paisajes muy intervenidos, de modo que al suprimir los elementos arquitectónicos del escenario del paisaje este se verá sin contenido. Esos paisajes que hemos visto de las villas palladianas en los que se ha suprimido de las imágenes de la propia arquitectura parecen sugerir que en algún momento estarán de nuevo a punto de surgir desde el mismo paisaje invadido por esa falsa naturaleza primigenia, al igual que ocurre con las imágenes manipuladas de Saint-Emilion.

















Es curioso que el tipo de jardín inglés de aspecto tan natural sea igualmente obra del artificio (otra obra singular más del artificio) ya que el paisaje primigenio es ignoto; nadie lo vio, como nadie bajó desde el avión a la impenetrable selva: el paisaje primigenio es en si mismo impresentable ya que la condición de paisaje es la de ser visto. El paisaje se constituye como su propia obra, aunque sujeta a los impredecibles avatares del tiempo y la historia como cualquier otra obra. La propia estructura del paisaje, la visión del mismo y los elementos de arquitectura que se dispongan, en su caso, son más bien obra del hombre, de modo que si se contemplan en el espléndido equilibrio de la panorámica de Saint-Emilion las intervenciones posteriores, bien sea la vuelta al bosque pseudo-primigenio, bien la invasión de arquitectura anárquica adosada o bien la recreación de la importación de arquitectura debida a algún notable arquitecto, todas esas opciones destilan una indudable comicidad.














Lo paradójico es que ese mecanismo que en sí resulta cómico sea el mismo que ha determinado el paisaje que ahora se contempla y eso demuestra que el paisaje se conforma a través de la historia, pero esa aseveración no autoriza a pensar que los términos de la historia sean intercambiables (de hecho no lo son) ni siquiera en términos estrictamente materialistas. El medio, el paisaje y el territorio no son pozos sin fondo de los cuales se pueda obtener recursos de forma indiscriminada, de modo que deben alcanzarse situaciones de equilibrio que produzcan ese entorno adecuado en el cual las variables paisajísticas se encuentren en equilibrio (este efecto se denominaría actualmente sostenible). Los términos de ese equilibrio vienen determinados por su eficiencia, pero no desde un punto economicista o mecánico sino por una eficacia real en la cual las relaciones entre medio, recursos y población lleguen a una forma de equilibrio satisfactoria. La visión del paisaje y la influencia de la arquitectura en su definición están sometidos a esos roles, en los cuales se desarrollan los componentes más bellos y más trágicos de la relación del hombre con el medio natural.


viernes, 23 de enero de 2009

Saint-Emilion...

Situada a 40 Km de Burdeos esta población se encuentra sobre un acantilado del rio Dordogne, tras el que aparece un sinfín de viñas que se extienden hasta llegar a Pomerol a lo largo de la cresta, expandiéndose hacia la llanura interior. Es una pequeña gema rural dentro del área de Burdeos, que reúne la condición doble de llanura y altiplano socavado a su vez por bodegas y cubierto de viñedos. Los vinos de Saint-Émilion se han hecho famosos en todo el mundo, especialmente los de la variedad Merlot.

Saint-Emilion es una pequeña ciudad famosa por su historia. La zona fue colonizada en época remota y las primeras viñas aparecen en amplias haciendas galorromanas. El poeta y cónsul
romano Ausonio tuvo el privilegio de poseer una finca vitivinícola en el siglo IV de la cual se conservan algunos restos. Mucho después y ya en el siglo VII el santo monje benedictino Emiliano dio el nombre por la cual se la conoce actualmente. Retirado para orar en la más estricta soledad, la cueva donde vivió coincide que el emplazamiento de la actual iglesia que fue construida desde los siglos VIII a XII constituyendo un lugar frecuente de peregrinación. En el siglo XII, Juan sin Tierra, duque de Aquitania y rey de Inglaterra, promulgó la Carta de Falaise con la que reconocía a la Ciudad de Saint Emilion, como un burgo libre dedicado a la producción de vino.

Para ver la influencia de la arquitectura en la definición del paisaje, hagamos ahora un poco de paisaje-ficción...














Sant-Emilion, 2008
















El modelo de desarrollo napolitano llega a Saint-Emilion...


Pero el hombre blanco tiene sus recursos...













Frank Gehry se instala en Saint-Emilion....
(los astutos comerciantes piensan que asi venderán aun más vino...)

Sin embargo, se hartan de Gehry y llaman a Sir Norman Foster...














Misteriosamente, acontece una catástrofe bíblica y poco después el paisaje primigenio invade súbitamente Saint-Emilion... por una extraña razón solamente se salvan los viñedos.

(Continuará)




















jueves, 22 de enero de 2009

Definiciones...

La definición de paisaje propuesta por la Convención Europea del Paisaje creada con el objeto de organizar y gestionar los paisajes de Europa reza como sigue: "Paisaje es una porción de territorio que puede incluir aguas, tanto de costa como de tierra adentro, tal y como la ha recibido su población, siendo su aspecto el resultado de la interacción de factores naturales y de factores humanos". Por lo tanto, la definición de paisaje incluye tres aspectos fundamentales: la dimensión física que refleja el paisaje como territorio; la dimensión subjetiva y cultural como una porción de territorio, pero sin olvidar los valores sujetivos que la población le atribuye y, finalmente, la dimensión temporal o causal que define el aspecto del paisaje como resultado de la interacción entre el hombre y la naturaleza.

En estos términos, cabe plantearse como la arquitectura determina, valora o incide en la definición del paisaje...

Para ello, se han preparado dos ejemplos clásicos utilizando un programa de retoque de imágenes...















Villa Malcontenta
; Andrea Palladio. c. 1550
















Supresión de la Villa Malcontenta 2008

















Villa Angarano; Andrea Palladio 1548















Supresión de Villa Angarano 2008

Parece que la Convención Europea se olvidó de la arquitectura ¿o no...?

Participe en la encuesta de la derecha (si quiere...)