jueves, 26 de marzo de 2009

Paisaje con la caída de Ícaro













Paisaje con la caída de Ícaro
es un pintura al óleo sobre lienzo que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Bruselas, atribuida a Pieter Brueghel el Viejo (c.1525 - 1569). Aunque hoy día esta adscripción se considere dudosa, es probable que se trate de una versión de otro original del pintor que se ha perdido. Según la mitología griega, Ícaro consiguió volar con alas hechas de plumas pegadas con cera, pero en su vuelo se acercó tanto al sol que se fundió la cera, cayendo al mar y se ahogó. Lo más chistoso de la composición es que Ícaro es un personaje secundario que aparece representado precipitándose en el mar en el ángulo inferior derecho; es más, Brueghel pinta solo las piernas del joven volador en el instante de entrar en el agua. Todo el resto de la composición es una veduta tomada desde un alto que domina una gran bahía.



















Cuadro de Jacob Peter Gowy hecho entre 1636-37, y que representa la caída de Ícaro.

Parece que el pintor utiliza la excusa mitológica para plantear una alegoría moral de tres trabajos relacionados con el medio natural como son la agricultura, la ganadería y la pesca. Así, en primer término aparece un agricultor en plena faena, arando según la antigua técnica; más abajo, un pastor apacienta un rebaño de ovejas; por último, y a la orilla del mar, un pescador prueba su improbable suerte con la caña pues parece que la caída de Ícaro le va a arruinar el día. Los detalles son muy sugestivos: una ciudad a un lado y una fortaleza al otro flanquean la entrada de la bahía. El sol bordea el horizonte y da sobre un grupo de pequeñas edificaciones aisladas en un islote; aparecen galeones y barcas representados con todo lujo de detalles mientras el oleaje del mar se abate sobre la playa.













“El paso de la laguna Estigia". Joachim Patinir. 1515-1524. Museo del prado. Madrid.

Aunque la pintura de paisajes con pequeñas figuras en lontananza era un motivo habitual en la pintura flamenca de los siglos XV y XVI, el hecho de que aparezcan asuntos de fondo sin mucha relación con el tema en primer plano es algo original, tanto como el título de la pintura, que introduce un motivo cualquiera para producir una ruptura respecto a la jerarquía de los géneros. Este fenómeno ya se había dado en Patinir, en su cuadro sobre María Magdalena, en el que el pintor plantea el trabajo de cómo encontrar a la penitente para que el observador se dé un garbeo por el paisaje.














Resulta significativo también que otras pinturas de Brueghel, muestren figuras en primer plano, aunque no en esta escala y con ausencia del tema principal situado en segundo plano, casi como una adivinanza.
La existencia de esta pintura se desconocía hasta su adquisición por el Museo belga en 1912; al poco tiempo apareció otra versión del tema en la que Ícaro está aún volando y que se encuentra en otro museo de la misma ciudad. Parece que el asunto divertía a Brueghel que utilizaba el asunto con el mismo espíritu que el autor de una tira de comics. Sin embargo, es la única pintura de Brueghel de tema mitológico, y también sería su único óleo sobre lienzo—pues el pintor prefería normalmente utilizar témpera.














El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel, El viejo (1525 - 1569). Óleo sobre tabla 1,17 por 1,62 mts., 1562. Museo del Prado, Madrid.

Tampoco Brueghel parece estar muy preocupado por los problemas de la perspectiva aérea del barco y las figuras, aunque quizá su intención compositiva le alejó de esos problemas que tanto preocuparan a sus coetáneos italianos. Existe un antiguo proverbio flamenco que dice «Ningún arado se pone recto porque un hombre muera». La pintura parece sugerir, al fin, la indiferencia de la humanidad al sufrimiento resaltando que los hombres siguen con sus quehaceres a pesar de la muerte de algún personaje notorio de la mitología al uso.




















La Extracción de la piedra de la locura (1475-80)
El Bosco, 48 x35 cm. óleo sobre tabla, Museo del Prado, Madrid.

A pesar de su formación italiana, parece posible que Brueghel tomara como modelo a El Bosco (1415-1516) pero aunque no sea tan irónico y sutil como el viejo maestro, resulta mucho más cercano y comprensible, con una interpretación de la realidad más evidente y menos cargada de simbolismo. Quizá a Brueghel los mitos le trajeran más bien sin cuidado; de hecho, y durante mucho tiempo la crítica no le consideró más allá de un pintor cómico. Es posible que eso tampoco importara a Brueghel, que se sentiría cómodo (y aliviado) dentro de un mundo más próximo y costumbrista. De ese modo, la sociedad que rodeaba al pintor aparece representada en sus pintura en todos los aspectos, tanto en los alegres que rezuman belleza y gracia infantil, al modo de el escenario de un cuento, como en los desgraciados, con su secuela de pobres, tullidos o vagabundos.















Sin embargo, parece que Brueghel muestra un optimismo y una alegría en todos sus cuadros, incluso en los que reflejan realidades tristes. El protagonismo queda a cargo del paisaje, y los seres que representa sirven sólo como añadido o acompañamiento sin restar importancia al asunto principal de una nueva visón del mundo a través de esos mismos paisajes.

2 comentarios:

Fujur dijo...

el primer cuadro me recuerda, y mucho, a las pinturas de Escher... es uno de mis favoritos.

buen post Maestro!

M.Monís dijo...

Gracias Fujur...

Miraré lo de Escher (aunque seguro que me confundirá, como la noche lo hacía con Dinio...)

una abrazo