domingo, 29 de marzo de 2009

Huellas en la playa de Rodas...













Fotografía: Ramón Collado
Fuente:http://colladofoto.blogspot.com/
otras referencias:  http://web.me.com/tajalapiz1

Según cuenta Vitruvio en el proemio del libro sexto de sus Diez Libros de Arquitectura, el filósofo Aristipo, discípulo de Sócrates fue arrojado en compañía de otros náufragos por una tempestad a una playa de Rodas. Una vez allí, advirtió, dibujadas en la arena algunas figuras geométricas. Alzando la voz, dijo a sus compañeros: - “Ánimo amigos míos, nada temáis, pues aquí descubro pisadas de hombres” -. Encaminándose a la ciudad fue directo al gimnasio de la ciudad, en donde con la enseñanza de la filosofía recibió tantos regalos que no solo se hizo vestidos nuevos, sino que aun vistió y mantuvo á todos los compañeros de naufragio durante la estancia. Claro que, según Diógenes Laercio, Aristipo fue el primer filósofo que enseñó cobrando y al parecer socorría las necesidades de su propio maestro Sócrates, de modo que debería tener alguna experiencia al respecto antes del feliz resultado del naufragio.
















Sin embargo, la frase de la playa de Rodas se hizo célebre, e incluso dio pie al norteamericano Clarence J. Glacken (1909-1989) a escribir un jugoso volumen que, precisamente, se denomina “Huellas en la playa de Rodas” un compendio de las ideas sobre naturaleza y cultura desde la antigüedad hasta finales del siglo XVIII. Distintos avatares vitales impidieron al historiador de Berkeley culminar el trabajo analizando el asunto a través de los dos siglos siguientes, tal y como era su intención, pero el texto deja bien clara su posición sobre las relaciones entre historia, cultura, ideas y paisaje. Se trata, sin lugar a dudas, de una obra imprescindible para conocer la historia de las ideas del hombre sobre el mundo y su reflejo en la cultura material.














Lo que resulta significativo de la anécdota sobre Aristipo, es la relación causa efecto entre las figuras geométricas dibujadas en la arena que quedan inmediatamente identificadas como “pisadas de hombres” y la seguridad ingenua que ese signo vaya a conferir seguridad a él y a sus compañeros náufragos. Bien distinta es la historia de James Cook cuando volvió a Hawai en 1779. El 14 de febrero, en la playa de Kealakekua Bay, algunos hawaianos robaron un bote pequeño perteneciente al barco del almirante. Normalmente, estos hechos eran comunes, razón por la cual existía la costumbre de tomar rehenes hasta que las cosas robadas aparecieran. Pero Cook tuvo la ocurrencia de tomar como rehén al rey Kalaniopuu, lo cual produjo un gran altercado con una gran multitud de nativos en la playa que terminaron matando a Cook, para devorarlo después. Nadie ha puesto en duda, no obstante, la calidad de las figuras geométricas hawaianas, aunque también es cierto que Cook no era precisamente discípulo de Sócrates.



Bromas aparte, lo cierto es que el comentario de Aristipo nos lleva a la intuición de la forma geométrica abstracta como facultad propia del hombre (esas formas geométricas simples no se encuentran en la naturaleza). Pero curiosamente, no se encuentran precisamente por ser demasiado simples: la matemática moderna ha descubierto refinadas estructuras matemáticas que se encuentran presentes en elementos naturales, tanto espirales logarítmicas como desarrollos que se basan en complicadas series de números complejos. El método evolutivo de prueba y error no conduce a la simplicidad sino a la adaptación al medio mediante artificios sutiles. Obviamente, Aristipo no conocía esta cuestión, y aunque tendría conocimientos de geometría euclidiana, supuso que el trazado de esquemas geométricos en la arena conllevaba la existencia de filósofos: sabía ya que una recta, o un círculo perfecto no existían en la naturaleza; eran demasiado abstractos o demasiado simples y eso le informaba de la presencia de hombres. La geometría se convertía, de ese modo, en la huella del hombre que filosofa y, por esa razón, se encaminó al gimnasio de Rodas, en el que se resarció de las pérdidas del naufragio.



















La cuestión (y la sugerencia de Fujur) me hace recordar a Maurits Cornelis Escher o Escher el holandés nacido el 17 de junio de 1898 en Leeuwarden. No fue precisamente un estudiante brillante pero llegó a destacar en las asignaturas de dibujo. En 1919 empieza los estudios de arquitectura, estudios que abandonó poco después para estudiar artes gráficas, destacando en la técnica de grabado en madera, la cual llegó a dominar con gran maestría. Entre 1922 y 1935 se traslada a Italia donde realiza bocetos y grabados de temas paisajísticos. Abandona Italia debido al clima político de aquellas fechas, trasladándose a Suiza, aunque añora el sur de Italia y lo frecuenta repetidas veces. También viaja a España, y en particular a Granada visitando la Alhambra, cuyos arabescos le fascinaban, influencia que se observa en muchos de sus trabajos, especialmente en los relacionados con la partición regular del plano y el uso de patrones de relleno del espacio. En 1941 se muda a Baarn (Holanda) después de una estancia complicada en Bélgica debida a los avatares de la Segunda Guerra Mundial, abandonando los motivos paisajísticos para centrarse en una abstracción propia y personal en la que encuentra una potente fuente de inspiración.














A partir de 1951 comienza a vender sus grabados y tener éxito, aunque generalmente hacía copias de litografías y trabajos de encargo. También hizo por encargo diseños de sellos, portadas de libros, y algunas esculturas en marfil y madera basadas en algunos de sus dibujos, reciclando parte de las ideas y elementos de obras anteriores. En este período su producción es fructífera y regular, y continúa trabajando sólo se ve interrumpida por una operación que le surge en 1962, consecuencia de su debilitada salud. En 1970 se traslada a la Casa Rosa Spier de Laren, al norte de Holanda, donde los artistas podían tener estudio propio. En esa ciudad fallece dos años más tarde, el 27 de marzo de 1972 a la edad de 73 años. En 1959, en un artículo, el propio Escher expresaba lo que le motivaba a representar la idea del infinito:

"Nos resulta imposible imaginar que, más allá de las estrellas más lejanas que vemos en el firmamento, el espacio se acaba, que tiene un límite más allá del cual no hay nada. El término vacío todavía nos dice algo, puesto que un espacio determinado puede estar vacío, por lo menos en nuestra imaginación; pero no estamos en condiciones de imaginar algo que estuviese vacío en el sentido de que el espacio deja de existir. Por esta razón, desde que el hombre existe sobre la tierra, desde que está de pie, sentado o acostado, desde que corre, navega, anda a caballo y vuela, nos aferramos a la idea de un más allá, de un purgatorio, de un cielo y de un infierno, de una transmigración y de un nirvana, todos lugares de infinita extensión en el espacio o estados de infinita duración en el tiempo".



















Escher, como Aristipo, (y como Glacken )encontró sus huellas en la playa dentro de la geometría pero esta vez se trataba de una geometría que no existe en un mundo tridimensional: la cuestión de la abstracción matemática de Escher nos lleva a espacios que están más allá del paisaje: un paisaje que solamente es ya mental. Pero esa cuestión nos lleva de nuevo al principio: no existen huellas reales, no existen líneas rectas, no existen esferas, ni cuadrados perfectos; solamente ideas en la mente, abstracciones que hacen que esas ideas tomen formas adaptadas al medio. Después de eso, nadie sabrá dibujar una línea recta; todas tendrán esa pequeña imperfección microscópica que las aleja del ideal y las lleva a un perfil de números complejos, a la medida de la costa, a la concepción del límite. Aristipo tenía al fin razón; allí existían filósofos abstractos, especuladores que hacía poco tiempo habían tenido una conversación sobre la arena de la playa. A Cook no le interesaba demasiado la filosofía, y por eso terminó a la plancha.

5 comentarios:

Ramon de la Mata dijo...

Los tres ejemplos me parecen interesantes, tienen cosas en común pero creo que hay más diferencias entre si que teorías convergentes, parece como si el autor traiga por los pelos tres escenas con diferencias de tiempo considerables, para intentar demostar que el paisaje es una abstracción y por lo tanto una construcción del intelecto, cosa que ahora sabemos , gracias a las aportaciones anteriores de este mismo autor.
En los ejemplos expuestos, en mi opinión, aparecen varias cuestiones, la primera, la idea de habitar, expresada por Benjamin, como el dejar huellas, la transformación de la naturaleza por la acción humana, cuando esta transformación se realiza de manera intencionada y con la ayuda del pensamiento, aparece el paisaje.
El capitan Cook, me parece más anecdótico , si bien establece un eslabon en el relato, que de manera atractiva expone el autor.
El último de los ejemplos, aporta la idea del espacio en el sentido platónico, sin llegar a plantear la idea Aristotélica, del espacio como fenómeno, que dará lugar a toda la fenomenología actual, recogida en la pintura cubista y en la arquitectura contemporanea.
Como decía E.Lledó, se vive en el tiempo y se muere en el espacio, que verdad tan profunda.Pero esto es otra cuestión.

M.Monís dijo...

Gracias por el comentario...aprovecharé la sugerencia para un nuevo post...

Fujur dijo...

Gauauu! aún no me he recuperado del asombro de salir referenciado Maestro! gracias!

Me parece, para qué voy a variar de criterio, ciertamente excepcional este post, sólo que aún más me lo parece la cita bibliográfica que nos haces al principio sobre el libro Glacken (que como en otras ocasiones, pongo, cómo no, en la lista de busca y captura!)

Escher es un punto clave para comprender, desde un punto de vista "artístico" lo fascinante de la física cuántica y la geometría fractal, campos de interés sublime.

Me pregunto cómo es que se comieron a Cook... ingles viejo no debía saber muy bien... cómo se nota que no pudieron comerse a otros, o mejor dicho, a otras!

un abrazo!

M.Monís dijo...

Obviamente, a Cook se lo comieron porque no sabía Geometría...

Eso podría dar lugar a un hermoso post para antropófagos...cuenta una leyenda de los mares del Sur, que a partir de la muerte de Cook, todo cambió y la gente perdió sus antiguas aficiones y costumbres.

Al cabo de muchos años, ese proceso llegó a su culminación con la incorporación de algunas islas (como las de Hawai) a los EEUU, como un estado más de la Unión.

Unos amigos míos que fueron allí hace poco me comentaron que en el Pacífico Sur ya era casi imposible encontrar mujeres...solamente había travestis, y eso no les hizo demasiada gracia.

Un abrazo, Fujur

PS Otra historia de Africa que me refieren, cuenta como un paseante fluvial había sido devorado por un hipopótamo.

Al ser preguntado un lugareño por tal incidente, respondió:

- Hipopótamo come pecador.-

Pues eso.

Luis dijo...

Que mal sabe la función para evitear el enu contextual.. como que no se pudiera copiar de todos modos.