sábado, 25 de febrero de 2012

Por el camino de Swann



Por el camino de Swann (en francés, Du côté de chez Swann) es el primer volumen, publicado en 1913, de los siete que componen En busca del tiempo perdido (A la recherche du temps perdu), la novela de Marcel Proust. El volumen está compuesto de tres partes (Combray -Combray, Un amour de Swann y Nom de pays: le nom ) y contiene esencialmente la mayoría del material temático y formal que da lugar a la escritura del autor, concebida a través de la recuperación poética de lugares y anécdotas de la infancia y la juventud del propio autor. A partir de ahí se suceden una serie de reflexiones en torno al propio hecho literario y al arte en general tomando como excusa una enorme colección de anécdotas particulares vividas por los distintos personajes, y también por el protagonista, que conducen al establecimiento de unas normas de comportamiento psicológico y toman cuerpo de verdades generales sobre la conducta de la especie humana. Temas tan trascendentes como el amor, los celos, la incomunicación o la ausencia y también (en un alarde inverso) la propia condición subjetiva de la percepción individual, precisamente la que arma todo el constructo proustiano.

La primera parte contiene la celebrada anécdota de la magdalena mojada en el té caliente por el protagonista (Proust ignora aparentemente que mojar pastas en el té es de pésima educación, pero Proust era francés y a los franceses se les suele perdonar todo), un episodio que le sirve para la recuperación de todo un mundo de recuerdos infantiles, asumiendo la verdad según la cual la memoria reside en los objetos del mundo que nos rodea, incluso los mínimos, de modo que el hecho se transforma en una llave que abre y alumbra todo un mundo infantil que hasta entonces se mantenía oculto a través del recuerdo de los pedazos del bollo humedecidos que flotan en la superficie del té que tomaba en casa de su tía-abuela Léonie, siendo un niño de vacaciones en la casa familiar de Combray. Ese dato sirve de soporte para elaborar una teoría global sobre el espacio, el tiempo y la memoria, quizá inspirada en la filosofía fenomenológica, pero que en su materia formal adopta un carácter claramente original. Los resortes de la memoria, según Proust, sólo se ponen en funcionamiento a través de los sentidos más primarios, en donde el sujeto de la experiencia adopta una papel  esencialmente pasivo. Al constituirse ello en una suceso involuntario y posiblemente casual, sucede que el caudal que se deriva es absolutamente auténtico para el sujeto, generándose así una visión objetiva que procura felicidad y plenitud (o sus contrarios) en tanto en cuanto dichos recuerdos se hallan desprovistos de la subjetividad engañosa que caracteriza las percepciones cotidianas en el mundo que actúan suplantando la verdadera materia del ser, formando una sutil barrera contra la introspección.

Cabe destacar también la creación del peculiar personaje de Charles Swann - un trasunto del propio Proust - que se erige en paradigma universal de la experiencia amorosa, algo indisoluble en sí misma del propio sufrimiento, ejercido a través de la mentira y los celos, un trabajo terrible y tortuoso que realiza el protagonista en su análisis, para extraer por inducción las citadas generalizaciones psicológicas mostradas por el narrador a lo largo de todo el relato y, en su conjunto, en toda la obra de Marcel Proust.


2 comentarios:

Ramon de la Mata dijo...

CATHARme parece que uno de los problemas que son inherentes a los blogs, es la fragmentación del pensamiento, llegando a su descontextualización y en algunos casos a la pérdida de significados.
En el texto citado de la madalena y el café, creo recordar que lo pequeño se hace grande y la objetividad desaparece, frente al valor del presente en contraposición al recuerdo o a la ilusión que implica el futuro,el presente y lo inmediato se convierten en en los auténticos parámetros para medir la felicidad

M.Monís dijo...

???????????
la objetividad es sólo subjetividad, eso parece desprenderse del texto...una objetividad personal, por inducción.