sábado, 4 de abril de 2009

Egeo




















Egeo, mitológico rey de Atenas, después de dos matrimonios no había tenido descendencia, así que decidió consultar al oráculo de Delfos. Éste le dio una respuesta del siguiente tenor:

"No desates la boca que sale del odre de vino antes de haber llegado a las alturas atenienses".

Frase absolutamente surrealista (conforme a la costumbre oracular) que Egeo naturalmente no entendió. A su regresó a Atenas, pernoctó en la cercana ciudad de Trecén, en la que reinaba Piteo al cual refirió el designio del oráculo. Los griegos eran bastante aficionados a las interpretaciones directas, de modo que el tal Piteo (hijo de Pélope, según se refiere) sí entendió al oráculo y emborrachó al monarca para que aquella noche se acostase con su hija Etra. De esta unión nacería el héroe Teseo. Posteriormente y con ocasión de la festividad panhelénica de las Panateneas, Egeo organizó un concurso que venció un hijo del cretense rey Minos. Envidiosos de su triunfo, unos atenienses procedieron a darle muerte, razón que esgrimió Minos para declarar una guerra a Atenas de la cual salió victorioso. De acuerdo con la costumbre, impuso a los vencidos el tributo de entregar cada año siete muchachos y siete muchachas para ser entregados al Minotauro.

Teseo, que desde muy joven había destacado por su fuerza y su valentía, decidió dirigirse a Atenas en solitario para conocer a su progenitor sin temer los peligros que podía entrañar el viaje. Pero los bandidos del camino no sabían lo que les esperaba: la primera víctima de Teseo fue un salteador de caminos cojo, que sin embargo era habil en el manejo de una enorme maza de bronce, la misma que tan útil le sería a Teseo en el futuro, pues se quedó con ella tras darle muerte. El siguiente fue otro bandido cuya especialidad era flexar pinos para partir a los incautos que caían en sus garrras: doblaba dos pinos próximos, ataba las copas entre sí y un brazo de su víctima a cada una de ellas. Luego, soltaba los árboles para desgarrar el cuerpo del desgraciado. Teseo, después de acabar con este bandido de la misma manera que él acababa a sus víctimas, se acostó con su hija Perigune de quien tuvo un hijo: se ve que los griegos eran un pueblo práctico.

A Escirón, hijo de Pélope y descendiente de Tántalo, simplemente lo tiró al mar cogiéndolo por los pies. Cerca del pueblo de Eleusis, un bandido llamado Cerción retaba a los viajeros a luchar con él. Nadie era capaz de vencerlo, pero eso no ocurrió con Teseo, que lo levantó y lo arrojó contra el suelo, punto en el cual ya no se habla más del tal Cerción. Pero no lejos de allí vivía Procustes, otro bandido que tenía el hábito de tomar a los transeúntes y cambiarles el tamaño. A los altos los metía en una cama pequeña y los cortaba: a los pequeños los metía en una cama grande y los estiraba. Teseo eligió para Procustes una cama pequeña...















Al llegar a Atenas se encontró con un inconveniente: su padre se había casado con la hechicera Medea y había tenido un hijo con ella. Ante esta situación, Teseo decidió esperar antes de darse a conocer pero Medea lo reconoció mediante algún procedimiento y presintió el peligro para su heredero. De modo que convenció a Egeo de que el recién llegado era un traidor. El rey se dispuso entonces a deshacerse de él de acuerdo con la inveterada costumbre real griega de mandar a los héroes a tomar viento ordenando hazañas imposibles. Así, envió a Teseo a luchar contra el toro de Marathón, que como ya saben los que han corrido eso (yo no, evidentemente) está a unos cuarenta kilómetros de Atenas. Pero, como cabría esperar, el toro fue derrotado y Teseo fue invitado a palacio con la excusa de celebrar la victoria pero con el propósito secreto de envenenarlo. Llegado al lugar del banquete, Teseo sacó la espada corta que le había dado su madre como herencia de Egeo para servirse la carne. Egeo reconoció el arma, comprendió lo que ocurría y arrebató a su hijo la copa ponzoñosa: a la vista de la situación, Medea decidió poner tierra por medio junto con su hijo.Teseo fue entonces reconocido oficialmente como hijo y sucesor del rey de Atenas.




















Consciente del tributo minoico, Teseo se presentó voluntariamente para que le permitiera ser parte de la ofrenda y le dejara acompañar a las víctimas para poder enfrentar al Minotauro. Las naves en las que iban a viajar las personas ofrendadas llevaba velas negras como señal de luto, pero el rey pidió a Teseo que si regresaba vencedor, no olvidase cambiarlas por velas blancas, para que supiera, aún antes de que llegase a puerto, que estaba vivo. Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y ayudó a Teseo ayudarle a salir del laberinto a cambio de que la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Como todo el personal debía ser bastante consciente a esas alturas que el Minotauro no duraría mucho, la ayuda de Ariadna consistió en dar a Teseo el famoso ovillo de hilo que el héroe ató por uno de los extremos a la puerta del laberinto, de modo que Teseo no se perdió ahí.

Sin embargo, durante el viaje de vuelta decidió desembarcar en la isla de Naxos y allí si se perdió, de forma que (por algún oscuro motivo) soltó amarras dejando a Ariadna. La cuestión se ha transformado en un asunto controvertido de la mitología: algunas versiones señalan que Teseo la abandonó por propia voluntad y otros dicen que fue la intervención de los dioses para que Ariadana pudiera acostarse con Dionisos. Fuera un asunto de cuernos o de hartura, lo cierto es que Teseo había olvidado cambiar las velas, lo cual no es extraño después de tanto lío. Pero al divisar la nave desde una eminencia rocosa próxima a El Pireo, el rey de Atenas vio las velas negras hinchadas por el viento y, creyendo que su hijo había muerto, se suicidó lanzándose al mar, que a partir de entonces recibió el nombre de mar Egeo. También se dice que la costumbre de los aqueos de llevar velas negras en sus barcos tiene este mismo origen.















Teseo heredó el trono de Atenas y años después se casaría con una hermana de Ariadna llamada Fedra, de modo que todo quedaba en familia. Ahora, el Egeo es la parte del mar Mediterráneo comprendida entre Grecia y Turquía; se considera que está delimitado al sur por las islas de Creta y Rodas, y por lo arbitrario de este límite resulta difícil atribuirle una superficie precisa, aunque podrían establecerse unas dimensiones aproximadas de norte a sur de unos 600 km. y de este a oeste de otros 400. La casi totalidad de las numerosas islas del mar Egeo pertenecen a Grecia, por lo que se puede considerar que este mar es un mar heleno, cosa que fue cierta durante un gran lapso de la historia; de ese modo, la integración de Asia Menor en el imperio otomano ha resultado ser una fuente constante de conflictos entre los dos países a lo largo de la historia. El turismo es, en la actualidad la actividad económica principal de las islas, con una no desdeñable superficie que representa la quinta parte de la superficie total de Grecia.

5 comentarios:

Fujur dijo...

Una hermosa historia... que siempre da gusto recordar ;-)

Me pregunto "cómo" llamarán los turcos al mar Egeo... teniendo en cuenta que los griegos no conocen Estambul y se refieren a ella como Constantinopolis...

Historia o realidad, geografía o privilegios... Grecia y Turquía tienen ambas razones, según sus posiciones, y es por eso muy dificil ponerlas de acuerdo..

personalmente, no soy muy amigo de los griegos jeje

M.Monís dijo...

Supongo que los turcos lo llamarán Egeo, pues en los mitos sucede como en la vida para el que llega primero...

Es pintoresco, no obstante, lo de Constatinopolis, pues Constantino era romano, que se sepa. A mi siempre me sorprendió que en el imperio romano de Oriente se hablase griego.

Con relación a tus prejuicios sobre los griegos, te diré que son ancestrales (especialmente entre los latinos)

No recuerdo muy bien la cita (me parece que es de Malraux...) que dice:

Olvidad Grecia...siempre Persia!

un abrazo

Fujur dijo...

Efectivamente! Por siempre Persia! De hecho.... es el imperio más infravalorado de la historia... en su momento fue un paradigma de orden y tolerancia (y un crisol de culturas). Realmente, lo bueno de Bizancio (opuesto totalmente a la dispersión de las beligerantes polis griegas) es que fue un Estado poderoso (por influencia, en no poca medida, helenística, y a su vez, persa...).

en fin... me gustan los persas! ;-)

Fujur dijo...

http://nubiru.blogspot.com/2007/12/por-siempre-persia.html

escribí este post sobre Persia hace un tiempo, quizá te guste ;-)

M.Monís dijo...

De todos modos, pienso que ya en época helenística, la influencia oriental había desplegado ya todo su poder en Asia Menor...no conviene olvidar que los propios griegos (aunque el término refleja un conglomerado de pueblos) no son originarios del Ática (y menos del Peloponeso) y parece que provienen de territorios situados mucho más al este. En suma, eso quiere decir que el origen de la cultura griega es asiático, lo cual se intuye bien el las etapas del arte arcaico.

No es tan evidente, sin embargo, la evolución de ese arte (en un lapso de 200 años), hasta llegar a los refinamientos de Fidias o Praxíteles. Claro que, ese fenómeno sorprendente se vuelve a manifestar en la Italia renacentista en lapsos similares. Y también es cierto que no se ha vuelto a repetir (no ha habido un nuevo Michelangello, un suponer...)

Consciente quizá de ello, el Macedonio que había recibido las enseñanzas de Aristóteles y que también había sufrido el egoísmo de las polis (fueran o no democráticas) intentó generar un concepto más amplio de Estado global, que pudiera recoger los fragmentos que sentía reconocer en sus orígenes.

De hecho, lo consiguió, pues el avance de las ciencias y de la cultura generado por sus sucesores propició una ecúmene cultural en la mayoría de las zonas de oriente próximo, y fue seguramente esa circunstancia la que propiciaría las nuevas circunstancias que dieron lugar al Imperio y luego al Cristianismo que acabaría con él.

El fin de la cultura pagana (oriental, como todo) y el fin del esclavismo como doctrina oficial del estado, produjeron una "perdida de memoria" que no fue colmada en absoluto por las nuevas doctrinas, hasta mucho después, de modo que, hasta bien entrado el siglo XIII el fenómeno gótico (otra vez de inspiración hermética y oriental) generará una nueva conciencia que recordaba la antigua armonía universal preconizada por Alejandro.

¿Te has dado cuenta alguna vez como el Renacimiento veneró y representó en tantas ocasiones al macedonio? Eso no le ocurrió a Pericles hasta los tiempos de la revolución francesa...obviamente estaban influidos por el lila de Rousseau.

Un abrazo.